¿Qué me motivó a inscribirme en este curso y qué me llevo de él?
Cuando faltaban unos días para solicitar la inscripción en los cursos que el INTEF ofrece a los docentes, accedí al listado de los mismos y cuando vi el título de éste, Respuesta educativa para el alumnado con TDAH, no dude en apuntarme.
En diciembre del año pasado, a mi hija de dos años le diagnosticaron una lesión cerebral, que le afecta ligeramente a la movilidad de la parte derecha de su cuerpo. Fue el personal de la guardería a la que acudía (Cuenta Cuentos) la que nos pusó en alerta. Algunas veces metía el pie derecho hacia dentro, otras cojeaba un poco, se caía con frecuencia y no podía correr como el resto de sus compañeros. El pediatra nos derivó al traumatólogo y al neuropediatra. Después de varias pruebas, la resonancia magnética cerebral permitió diagnosticar lo que le sucedía. Un año después, su situación ha mejorado mucho, prácticamente no se aprecia diferencia con los niños de su edad.
Coincidiendo con todo ello, mi otro hijo que por aquel entonces tenía ocho añitos, empezó a cometer errores en la escuela: se comía letras al escribir, invertía números, copiaba sin prestar atención, tenía muchas faltas de ortografía, etc. En un principio pensamos que eran celos de su hermana que en aquel momento acaparaba todas las atenciones. Él tenía que quedarse con sus abuelos o tíos cada vez que viajábamos fuera de nuestra localidad para acudir a las consultas médicas con su hermana.
Pero poco a poco la situación de su hermana se fue normalizando y él seguía muy disperso. Todo ello, me tenía preocupada. Mi marido decía que era un niño y que había que esperar, pero yo no podía quedarme de brazos cruzados, más aún cuando mi infancia también estuvo marcada inicialmente por problemas con la lecto-escritura. Mis padres nunca han sabido decirme lo que tuve, sólo recuerdan que en el colegio les dijeron que mi problema era parecido a la dislesia, pero de menor gravedad. Me costó mucho aprender a leer bien y recuerdo perfectamente haberme pasado todas las tardes de mi infancia estudiando con mis padres. Con mucho esfuerzo de todos conseguí salir adelante y superar mis dificultades.
Por eso no lo dudé, fue a hablar con la tutora y las dos estuvimos de acuerdo en que la orientadora lo valorase. Cuando me explicó los resultados, me comentó que era la parte atencional la que tenía medio-baja. En eso momento yo le pregunté si tenía TDAH y ella me respondió que estaba en el límite y que no se atrevía a clasificarlo como tal. Me dio pautas de actuación y dijo que habría que esperar a ver como evolucionaba. Durante el tercer trimestre y el verano he trabajado con él todo tipo de estrategias que le ayuden a afrontar sus dificultades. Aunque ha mejorado bastante, sigue con sus despistes por falta de atención. Desde entonces no he dejado de leer todo lo que cae en mis manos sobre el TDAH y cuando vi la posibilidad de hacer este curso no lo dudé ni un momento.
En general muchos de los contenidos tratados en este curso ya los conocía, pero siempre que te aventuras en algo nuevo se descubren muchas cosas nuevas.
Lo primero que me sorprendió gratamente fue conocer la cantidad de personas que a pesar sufrir este trastorno han llegado a tener éxito en la vida, lo cual me da tranquilidad. He aprendido y aplicado nuevas estrategias que no conocía como la técnica de la tortuga. También he aprendido a ser más empática, más paciente, menos perfeccionista y exigente con mi hijo, aunque sí firme y constante y sobre todo a ser más cariñosa con él, a decirle las cosas buenas que hace y no estar todo el rato remarcándole lo que le falta para llegar al diez. Todo ello ha revertido en la mejora sustancial de su autoestima y con ello ha mejorado su capacidad de enfrentarse a su día a día.
Las principales dificultades con que me he encontrado es que los refuerzos positivos basados en técnicas conductuales solo son eficaces por un periodo de tiempo relativamente corto. Hay que estar reinventándose continuamente, pero supongo que esto forma parte de la magia de la vida.
Aunque en estos momentos estoy en comisión de servicios y por lo tanto no ejerzo la docencia, los contenidos de este curso y mis experiencias personales estoy segura que me serán de mucha utilidad cuando vuelva a las aulas, algo que no quiero demorar demasiado porque algo dentro de mí me dice que mi lugar está allí.
Pero poco a poco la situación de su hermana se fue normalizando y él seguía muy disperso. Todo ello, me tenía preocupada. Mi marido decía que era un niño y que había que esperar, pero yo no podía quedarme de brazos cruzados, más aún cuando mi infancia también estuvo marcada inicialmente por problemas con la lecto-escritura. Mis padres nunca han sabido decirme lo que tuve, sólo recuerdan que en el colegio les dijeron que mi problema era parecido a la dislesia, pero de menor gravedad. Me costó mucho aprender a leer bien y recuerdo perfectamente haberme pasado todas las tardes de mi infancia estudiando con mis padres. Con mucho esfuerzo de todos conseguí salir adelante y superar mis dificultades.
Por eso no lo dudé, fue a hablar con la tutora y las dos estuvimos de acuerdo en que la orientadora lo valorase. Cuando me explicó los resultados, me comentó que era la parte atencional la que tenía medio-baja. En eso momento yo le pregunté si tenía TDAH y ella me respondió que estaba en el límite y que no se atrevía a clasificarlo como tal. Me dio pautas de actuación y dijo que habría que esperar a ver como evolucionaba. Durante el tercer trimestre y el verano he trabajado con él todo tipo de estrategias que le ayuden a afrontar sus dificultades. Aunque ha mejorado bastante, sigue con sus despistes por falta de atención. Desde entonces no he dejado de leer todo lo que cae en mis manos sobre el TDAH y cuando vi la posibilidad de hacer este curso no lo dudé ni un momento.
En general muchos de los contenidos tratados en este curso ya los conocía, pero siempre que te aventuras en algo nuevo se descubren muchas cosas nuevas.
Lo primero que me sorprendió gratamente fue conocer la cantidad de personas que a pesar sufrir este trastorno han llegado a tener éxito en la vida, lo cual me da tranquilidad. He aprendido y aplicado nuevas estrategias que no conocía como la técnica de la tortuga. También he aprendido a ser más empática, más paciente, menos perfeccionista y exigente con mi hijo, aunque sí firme y constante y sobre todo a ser más cariñosa con él, a decirle las cosas buenas que hace y no estar todo el rato remarcándole lo que le falta para llegar al diez. Todo ello ha revertido en la mejora sustancial de su autoestima y con ello ha mejorado su capacidad de enfrentarse a su día a día.
Las principales dificultades con que me he encontrado es que los refuerzos positivos basados en técnicas conductuales solo son eficaces por un periodo de tiempo relativamente corto. Hay que estar reinventándose continuamente, pero supongo que esto forma parte de la magia de la vida.
Aunque en estos momentos estoy en comisión de servicios y por lo tanto no ejerzo la docencia, los contenidos de este curso y mis experiencias personales estoy segura que me serán de mucha utilidad cuando vuelva a las aulas, algo que no quiero demorar demasiado porque algo dentro de mí me dice que mi lugar está allí.
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